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La lección Bases para la elección del esposo y la esposa
El contrato de matrimonio es uno de los más importantes y sublimes en el Islam y la Shari'a islámica, lo ha rodeado de pasos preparatorios que facilitan a cada una de las partes el beneficiarse de él, además que ayudan en la continuidad del matrimonio y la estabilidad del hogar musulmán.
Los dos pilares principales de la familia son el esposo y la esposa, y Al-lah ha tomado las medidas necesarias para que ambos mantengan una buena relación; esto es parte de los signos divinos y las gracias concedidas a sus siervos.
Al-lah dijo: {Entre Sus signos está haber creado cónyuges de entre ustedes para que encuentren sosiego, y dispuso entre ustedes amor y misericordia. En ello hay signos para quienes reflexionan} [Corán 30:21].
La buena elección de ambos cónyuges
Elegir un buen compañero de vida es el paso más importante para un matrimonio feliz y para construir una familia estable.
Principales parámetros para la elección de un cónyuge
Este es el principio que tanto los hombres como las mujeres deben tener en cuenta al elegir un compañero de vida. La rectitud en la religión y la moral es lo que garantiza, con el permiso de Al-lah, la felicidad en ambas vidas.
El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, exhortó a elegir una esposa virtuosa, comprometida con la práctica religiosa, pues dijo: "Uno busca casarse con una mujer por cuatro razones: por sus bienes, por su linaje, por su belleza y por su religiosidad. Más te vale elegir la de buena práctica religiosa" (Bujari, 5090; Muslim, 1466). La mujer de buena práctica religiosa tiene fe en Al-lah y vela por el bienestar de su casa y su esposo, tanto en su presencia como en su ausencia.
Sobre la elección de un esposo, dijo el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: "Si se les presenta alguien de quien les complazca su moral y su práctica religiosa, cásenlo (con sus protegidas). Si no hacen así, causarán corrupción en la tierra y muchas tribulaciones" (Ibn Máya, 1967). Alguien de nuestros salaf dijo: "Si casas a tu hija, hazlo con alguien de buena práctica religiosa pues, si la ama la tratará con bondad, y si la detesta, no será injusto con ella".
El sosiego
El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: "Las almas son como tropas bien formadas; las que se reconocen compartirán afecto y las que se desconocen compartirán disenso" (Bujari, 3336; Muslim, 2638). Esto nos confirma la importancia de que entre ambos cónyuges reine el sosiego y la afinidad, para que surja el afecto y se mantenga una feliz vida matrimonial.
Por eso, el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le aconsejó a quien desee pedir la mano de una mujer: "Debes verla, pues eso es mejor para que su relación sea duradera" (Tirmidhi, 1087), es decir para que el afecto dure entre los dos. Ver a su prometido es derecho de la mujer también y no solo del hombre, para que se conozcan y nazca el afecto entre ellos.
La paridad
La paridad se refiere a que haya cierta afinidad y correspondencia entre los cónyuges en lo económico y lo social. Algunos eruditos lo consideran incluso un requisito; otros opinan que lo único a tomar en cuenta es la moral y la práctica religiosa. Sin embargo, no hay duda de que la falta de afinidad en lo social, lo intelectual y lo económico entre cónyuges puede ser causa de inestabilidad en la vida matrimonial y una amenaza de separación.
La complacencia y la aceptación
Una vez seguros de la buena elección, el matrimonio debe contar con la aprobación y la complacencia de ambos cónyuges, sin que haya presión o coacción de nadie, ni siquiera de familiares cercanos.
El Islam ha sido justo con la mujer y exige su aprobación y complacencia para el matrimonio. El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: "No se puede casar a una mujer que ya estuvo casada sin que exprese su aceptación; y la mujer virgen no se puede casar hasta que lo apruebe". Le dijeron: "Mensajero de Al-lah, ¿cómo sería su aprobación?". Y él dijo: "Guardando silencio" (Bujari, 5136; Muslim, 1419). En el relato de Jansá Bint Judhám, la Ansaría, se registró: "Que su padre la casó, ella ya había estado casada antes, y a ella no le gustó eso. Entonces, fue ante el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y él anuló su matrimonio" (Bujari, 5138).