La sección actual: model
La lección La devoción en el rezo (al jushu’)
Es la esencia y realidad del salat. Es la presencia del corazón del orante ante Al-lah con entrega y humildad, sintiendo plenamente lo que significan las aleyas, las plegarias y las súplicas.
La devoción en el salat es el mejor acto de adoración y obediencia, por esta razón Al-lah la citó como un atributo de los creyentes: {Bienaventurados los creyentes que en sus rezos son humildes} [Corán 21:1, 2].
Quien reza con devoción prueba el placer de la adoración y la fe. Por eso decía el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “El placer de mis ojos está en el salat” (An-Nasa’i 3940), en referencia a la felicidad y el gozo que le traía.
Los medios que ayudan a tener devoción al rezar
Consiste en llegar temprano a la mezquita y cumplir con las sunnas previas al salat, vistiendo ropas apropiadas y yendo con calma.
No se debe rezar teniendo en frente imágenes o distracciones, como ruidos o voces. Tampoco se debe iniciar el rezo con ganas de ir al excusado, con hambre o después de que se ha servido la comida o la bebida, para que la mente del orante se concentre en lo más importante, que es rezar y hablar con su Señor.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, hacía el ruku’ y el suyúd con calma y sosiego, de modo que cada miembro volvía a su lugar. Además, le ordenó a quien no sabía rezar que lo hiciera de forma sosegada en todas las partes, y le prohibió apresurarse como si fuese un cuervo picoteando.
Dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “El peor de los ladrones es el que roba de su propio rezo”; le dijeron: “Mensajero de Al-lah, ¿cómo puede alguien robarse su propio rezo?”, y respondió: “Al no completar su ruku’ ni su suyúd” (Ahmad 22642). Quien no reza de forma sosegada no puede tener devoción, porque la prisa disipa la devoción y los picotazos de cuervo alejan la recompensa.
Se debe recordar la grandeza y magnificencia del Creador, y a la vez ser consciente de la propia insignificancia y debilidad, y que estará de pie ante su Señor hablándole y rogándole con humildad y sumisión. Se debe recordar, además, lo que Al-lah dispuso para los creyentes de recompensa, el castigo para los politeístas y el encuentro con el Señor el Día del Juicio.
Si el orante tiene presente que Al-lah lo escucha, le da y le responde, tendrá devoción proporcional a su conciencia de ello y estará cerca de ser incluido entre los que Al-lah elogió así: {El cumplimiento de la oración es difícil, excepto para los que se someten humildemente, tienen certeza del encuentro con su Señor y saben que retornarán a Él} [Corán 2:45, 46].
El Corán se reveló para reflexionar. Al-lah dijo: {Este Libro que te revelo [¡oh, Muhammad!] encierra grandes bendiciones, para que mediten sobre sus signos y reflexionen los dotados de intelecto} [Corán 38:29].
Cómo se logra la reflexión ?
El orante no logra reflexionar si no conoce el significado de las aleyas que recita, las invocaciones y plegarias que dice. Solo entonces podrá meditar sobre su estado, por un lado, y el significado de tales palabras, por el otro. Solo entonces sobreviene la devoción, la sumisión y posiblemente el llanto, y las aleyas tendrán un efecto en él y no será de los que pasan de largo sin pensar en ellas. Al-lah dijo: {Cuando se los exhorta a reflexionar sobre los versículos de su Señor no se hacen los sordos ni los ciegos} [Corán 25:73].